¿COMO ES LA CIUDAD?
(Cuento infantil)
(Cuento infantil)
Lorenzo era un niño que vivía en un pueblecito de la montaña, muy lejos de la ciudad. Su hogar era una casa que construyeron sus padres con piedras, maderas y clavos, no tenían televisión, no había parques, ni piscinas pero si había escuela a la que iba como todos los niños. Nunca había salido de su pueblo y no conocía cómo eran las ciudades.
Al día siguiente Miguel y Lorenzo salieron a la calle para ver la ciudad. Le llevó a un parque, en su pueblo no había, Lorenzo se lo pasó muy bien montando en todo. Una cosa en la que Lorenzo se fijó mucho es que no había árboles, ni tierra, ni hierba, sólo en los parques. Tampoco oía a los pájaros, sólo se oían los motores de los coches. Luego fueron a jugar con los amigos de Miguel a la pelota, había unas pistas muy grandes para jugar y se lo pasaron muy bien.
En la ciudad todo el mundo andaba muy deprisa por la calle menos unas personas que estaban quietos en las aceras jugando con marionetas o tocando instrumentos musicales o cantando, esas son las personas más divertidas que hay en la calle -dijo Lorenzo. También se fijó que la gente que quería tirar algo lo hacía en las papeleras de esa forma estaba limpia la ciudad.
Lo que más miedo le daba eran los coches, iban muy deprisa y podían hacer mucho daño, en su pueblo no había coches, pero Miguel le dijo que no pasaba nada si todos respetaban los semáforos pero además para cruzar las calles siempre había que mirar a la derecha luego a la izquierda, luego otra vez a la derecha y después cruzar.
Terminó la semana de vacaciones de Lorenzo en la ciudad e invitó a Miguel a conocer su pueblo que estaba en el medio del campo.
Fueron también los dos en autocar. Cuando llegaron al pueblo de Lorenzo, sus papás les estaban esperando. Según iban andando todos hasta casa sólo se oía el canto de los pájaros, el ladrido de algún perro, el viento, los buenos días que decían los vecinos. Miguel no se había dado cuenta hasta ahora que las hojas de los árboles hacían ruido cuando las daba el viento.
No había parques pero en las calles había bicicletas, pelotas, triciclos. Lorenzo dijo: Aquí se pueden dejar las cosas en la calle y nadie las coge porque es un pueblo tan pequeñito que todos saben de quién es cada cosa. De pronto llegaron a un pequeño riachuelo lleno de piedras redondeadas y los dos chicos empezaron a lanzar piedrecitas al agua a ver quién hacía más burbujas. Siguieron andando por la ladera de una pequeña montaña, según subían llegaron a un pequeño arroyo, Lorenzo se agachó y se puso a beber agua de él y dijo a Miguel: Bebe, está buena, es agua de manantial que se puede beber. A Miguel le encantó beber de ahí pues nunca había bebido de un río, en su ciudad estaba ensuciado por las personas y no se podía beber más que de un grifo o de una botella pero vio que en la naturaleza si se podía.
De repente empezó a llover un poco, Miguel se asustó y dijo ¿Vamos a casa?. No- Dijo Lorenzo, no te asustes de la lluvia, si quieres nos metemos en esa cueva hasta que pare de llover. A los de mi ciudad no les gusta cuando llueve.- dijo Miguel. Pues es lo más deseado en la naturaleza- respondió Lorenzo. Todos se ponen contentos, los árboles crecen y dan fruta, los pájaros cantan de contentos, todos los animales pueden beber, los peces tienen más sitio donde nadar y jugar en los ríos, las montañas se llenan por dentro de agua y en verano sale poco a poco por los arroyos como en el que hemos bebido y luego esa agua llega a las ciudades para que pueda beber, cocinar y lavarse todo el mundo.
Cuando paró de llover siguieron andando, nunca había visto unos charcos así, eran hoyos llenos de agua y el fondo era blandito. Poco a poco se iban acercando a la parte más alta de la montaña. Atravesaron un gran bosque lleno de árboles y de pajarillos. De repente vieron un oso, un gran oso de verdad de color marrón oscuro, Miguel y Lorenzo se quedaron quitecitos. El oso les saludo desde lejos estirando los brazos mirándoles y se fue con sus ositos para otro lado. Vienen de comer fruta de los árboles del bosque, los osos no tienen supermercado para comprar dijo riéndose Lorenzo.
Según subían por la montaña, Miguel dijo.- ¡Que bien huele, parecido a la colonia pero mucho mejor!. Lorenzo le señaló unas florecillas de color azul claro que eran las que daban el olor. Mira Miguel, como ha llovido, se han puesto contentas y dan su buen olor. Miguel señaló unos bichitos volando sobre las flores, Lorenzo dijo- Son abejas vienen a coger de ellas un jarabe para hacer la miel. ¿La miel? Yo pensaba que se hacía en fábricas dijo Miguel. No Lorenzo la miel la hace la naturaleza para nosotros.
Después de un rato llegaron a la cima de la montaña. Arriba del todo en la sombra había….¡una sorpresa!. Era nieve, un montoncito con el que construyeron un pequeño muñeco. Desde allí arriba se podían ver muchas, muchas cosas a lo lejos pero lo más importante era lo contento que estaba Miguel por haber aprendido con Lorenzo cosas sobre la naturaleza y sobre todo lo divertido que era estar en ella aprendiendo.
(Diciembre 2004)
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